Por Borja Aláez López, Marketing y Comunicación en QDQ Media, Firma especializada en soluciones digitales para los negocios.
¿Mató el vídeo a la estrella de la radio? La pregunta se repite cíclicamente alternando los componentes según se sucedan las nuevas innovaciones tecnológicas. ¿Desaparecerá el periódico en papel, ¿dejará de existir el cine tal y como lo conocemos ahora? Son dudas que reflejan los mismos temores al cambio.
Las redes sociales nacieron con una aceptación discreta, casi residual, hasta convertirse en un fenómeno global que sólo algunos pudieron vaticinar. Ahora, llega el momento de plantearse su futuro. Su rentabilización en términos económicos se ha cuestionado en plataformas como Twitter, que está explorando nuevos modelos publicitarios para seguir creciendo, en tanto que en Facebook también está en tela de juicio por el estancamiento en su crecimiento y en Google+ simplemente no parece que vaya a despegar en un futuro cercano.
Cabe preguntarse entonces qué puede hacer una pyme en redes sociales. O mejor aún: ¿qué pueden hacer las redes sociales por ese negocio? En este punto, entra en escena el marketing de contenidos, importante aliado de las estrategias de atracción, “engagement” y conversión y pareja perfecta de los social media.
El marketing de contenidos no es sinónimo de autobombo. Tampoco tiene nada que ver con la generación de información dispar, sin planificación u objetivos, y desde luego no es la excusa para hacer publirreportajes. El marketing de contenidos es en realidad la herramienta perfecta para aportar al consumidor un valor añadido. Tan simple (y complejo) como eso. Conocer tu público objetivo es el primer paso; planificarlo es el requisito imprescindible, y difundirlo permitirá que llegue a todos.
No obstante, una buena estrategia de contenidos tiene que tener objetivos. ¿Quieres que mejore el tráfico a tu “site”?, ¿Buscas mejorar el ratio de conversión? ¿Quizá estás pensando en convertir tu marca en referente de “influencers”? No existen respuestas correctas; todas lo son, siempre que busquen cumplir con el objetivo fijado.
Pensar en crear un blog puede ser el principio, pero jamás puede ser el final. El contenido es moldeable, no tiene por qué limitarse a la palabra escrita. Y piensa en vídeos, infografías, imágenes, juegos, newsletters, comics, recetas, podcast, conferencias… El formato te permite jugar con el consumidor, abórdarle desde diferentes frentes. Lo importante es que busques un contenido que interese, que sea original, que tenga algo diferente. Utiliza el humor, abandona la comunicación puramente informativa o corporativista. Dale una vuelta de tuerca.
Una vez que hayas conseguido el enfoque, mide. Observa qué publicaciones han funcionado mejor, qué contenido ha generado un mayor impacto. Esto permitirá limar los resultados, conocer mejor a tu audiencia y ofrecerle aquello que más le interese. Desarrolla esta parte más analítica, que te permitirá ser mejor en la creativa.
Las redes sociales, por otra parte, son el altavoz perfecto para ese contenido. Eso sí, no conviene obsesionarse con la “viralización”: ocurre cuando menos se espera y en raras ocasiones hay una planificación previa.
Y lo que sí que hay que cuidar es la elección de canales; y aquí la máxima de “menos es más” se cumple. No es necesario tener presencia en todas las redes, así que estudia cuál se adapta mejor a tu target y enfócate en conseguir resultado. Déjate, además, aconsejar por profesionales. Será la combinación ganadora
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